domingo, 6 de abril de 2014

EXILIADO



Carta del rey destronado en su trono de palo
A los hijos de Céfiro, Racha y Aura.
  
Que los cuervos sean mis fieles emisarios,
Que los vientos sostengan mi espada en sus alas, 
Que los astros refuljan este cuento sin cuenco.

Cada palabra, cada frase, cada línea,
Un tímido pedacito de mí agazapado,
Deseando aullarle al mundo un sentir,
Un bramido de aflicción cristalizado.
 
Muros y más muros, sordos e inmóviles,
Sólo cobijan a los que alabanzas quieren,
Mas yo no quiero aprobación, solo candor,
Mas yo no quiero palmeros innobles...
 
Lo que quiero es meterme en la piel de ese lobo,
Que desfila en el monte con su hocico tupido,
Que le canta a los cuatro vientos su vida sin prisa,
Que a cuatro patas curtidas se encarama en la colina.
 
Cada metáfora, cada verso, cada estrofa,
Sólo un corazón gastado ofrezco en bandeja,
Un corazón que fue robado, castigado y pegado,
Ahora a salvo bajo siete sellos de macizo tesón.
 
Ventanas y más ventanas que no dejan ver la luz,
Se dejaron en el tintero el vidrio y el apego,
Mas yo no quiero vistas a escenarios vacíos,
Mas yo no quiero sus aplausos de plástico.
 
Lo que pretendo es tapar ese hueco sin fuero,
Por el que brota la sangre de esa herida suspensa,
Lo que pretendo es encontrar esa clave de vida,
En la que pueda mudar esta piel que me devora.
 
Cada sueño, cada pesadilla, cada anhelo, cada desespero,
Latentes y enlodados, desterradas y al acecho,
Embarrado por el brutal hachazo de la distancia,
Sólo puedo decir basta, hasta aquí podrás pasar.
 
Te mostré mi casa, mi pueblo,
Te invité a la fiesta de mi talento,
Te bebiste mis alegrías sinceras
Y desechaste con chisme mi fábula.
 
Mas lo que ahora persigo es a la noche lunar,
Desnudo, mudo como el viento glaciar,
Ya no hay segundos platos ni postres amargos,
Ni palabras baratas ni aquelarres indignos.
 
Soltar todo ese lastre que me sella la garganta,
Gritar con ímpetu la verdad que me entierra,
Desatar las esquirlas que fraccionan mi pecho,
E ir con mi manada de aliados sin feudo.
 
Y que el eco de mi voz remueva las nieves perpetuas,
Que la calidez de mi aurora derrita los icebergs arcanos,
Que el aroma de mi valía impregne la montaña más alta
Y que las entrañas medulares dicten las crónicas sin velo.
 
Juan M Lozano Gago © Todos los derechos reservados

(léase oyendo esta música, gracias)
 

 
Hans Zimmer - Chevalier de Sangreal
 

9 comentarios:

  1. Embarrado por el brutal hachazo de la distancia, me gusta este post y la música también, saludos

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    1. Muchas gracias, Alejandra, me alegro de que hayas disfrutado con esta entrada,
      saludos

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  2. Una narración de leyenda, destila magia por los cuatro costados..
    ¡¡Un abrazo y feliz domingo!!

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  3. No es fácil hallar la clave de la vida, pero sí que la vida en la mayoría de ocasiones nos da la misma para poder continuar adelante. Me gustaron estos versos vestidos de leyenda.

    Un beso y disfruta del domingo!

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  4. Muchas gracias FG y Hammer, también creo que es difícil encontrar esa clave, pero más aún conservarla y no olvidar qué es lo verdaderamente importante en nuestro caminar,

    abrazos y feliz domingo!!! :D

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  5. venir a leerte amigo, es impregnarse en magia pura, en poesía excelsa … por dios eres GENIAL UN GENIO!!!!!

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    1. Jeje, será que me inspiraron los Vigilantes de Noé? xD

      Muchas gracias, amiga!!!

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  6. Bonita conjugación de versos y música.
    Un abrazo.

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    1. Muchas gracias, Rafael, uno de mis temas preferidos de Hans Zimmer.
      Un abrazo.

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